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miércoles, 17 de diciembre de 2025

La Ética de la Productividad: De la Utopía al Parasitismo

Existe una máxima, a menudo atribuida a Churchill, que ha servido de refugio para la complacencia generacional. Esa idea de que el socialismo es un mal necesario de la juventud y el capitalismo una resignación de la vejez. Pero el México de hoy, y la urgencia de nuestra realidad económica, no permiten tales tibiezas. Es momento de actualizar la métrica.

Seamos claros: si a los 20 años no eres socialista, no tienes corazón; pero si a los 25 no eres capitalista, eres un hijodeputa que ha decidido ser un mantenido de los impuestos que pagamos los que sí generamos riqueza.

A los 20, la empatía por las causas sociales es un rasgo de humanidad. Es el despertar de la conciencia ante la desigualdad. Sin embargo, a los 25, la vida te pone frente al espejo de la realidad productiva. A esa edad, el romanticismo de "lo gratuito" debe morir para dar paso a la responsabilidad de crear valor.

El capitalismo no es solo un sistema económico; es la manifestación de la mayoría de edad mental. Es entender que nada cae del cielo y que cada programa social, cada beca y cada burocracia ineficiente se financia con el sudor, el riesgo y el capital de quienes nos levantamos a producir.

Como alguien que cree firmemente en la articulación cooperativa y en el ordoliberalismo, entiendo que la verdadera cooperación nace entre pares que aportan, no entre un estado que extrae y un individuo que estira la mano. No hay nada más ofensivo para un profesional que ver cómo el fruto de su esfuerzo se diluye en alimentar un sistema que premia la inacción.

Ser capitalista después de los 25 no es una opción ideológica, es una obligación moral. Es aceptar que la única forma de mejorar este país es a través de la competencia, el mercado y el respeto absoluto a la riqueza generada.

Quien a los 25 insiste en el colectivismo no busca justicia, busca un patrocinador. Y quienes producimos, ya estamos hartos de pagar la cuenta de quienes confunden derechos con privilegios a costa del prójimo.

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